martes, 26 de abril de 2011

Máncora, Peru

Máncora, año 1999. Armados con 50 latas de atún y una carpa, yo y 7 amigos mas nos enrumbamos hacia el norte del Perú para celebrar el año nuevo del milenio. En esos gloriosos tiempos Máncora eran algunas bodegas al borde de la Panamericana Norte a 1200 Km. de Lima y una playa enorme... Hoy, poco mas de 10 años mas tarde las cosas han cambiado... un poco. Aquella enorme playa ha sido invadida y hoy, desde la carretera ya no se ve el mar. La reina de belleza en potencia ha sido ultrajada, pero guarda su encanto.




Este viaje fue diferente, familiar, intimo. Yo, papas, hermana, cuñado, sobrino y Deborah. Afortunadamente el pueblo era solo visitado para hacer compras y en la última noche para comer en La Sirena de Juan (altamente recomendable). Estuvimos en la zona de Las Pocitas, en una casa casi casi encima del mar. Sin ventanas era como dormir en la playa misma. Máncora guarda su encanto. Por mas que se ha hecho todo lo posible por arruinarla, sigue bien parada. La playa, la arena, el mar templadito, las pocitas, los cerros, todo el conjunto es un
producto de exportación. Al viajar con personas mayores (mis papas, ya están tíos) me doy cuenta de lo complicado e incomodo que es llegar y transaladrse por Mancora. La infraestructura en el principal destino playero del Perú no ayuda... trochas ruinosas, la principal autopista del país pasando por medio del pueblo y un pueblo que crece de forma caotica... sin embargo y contra todo lo anteriormente dicho, Mancora es de puta madre.